Mi historia,
pienso que debe ser como la historia de muchos salir de un país a otro en búsqueda
de calidad de vida y seguridad social, no salí buscando dinero por el contrario
deje mis riquezas en mi país, sin duda alguna con grandes expectativas, siempre
con optimismo, con fé.
Decidí irme de
un día para otro, aunque tenía 5 años rondando en mi cabeza la idea de salir en
busca de un postgrado o de algo que me abriera una puerta en el extranjero, inesperadamente
el día llego, guarde “sin saberlo aun” 27 años de vida en una maleta de 23
kilos, mi viaje tendría una duración de dos meses, por lo tanto no tuve despedidas,
pero tenía la costumbre de tener todo controlado, de pensar en el hoy y en el mañana,
todo ha estado siempre planificado.
Trabaje normalmente
hasta el día antes de partir, prepare mi maleta la noche anterior, visite a mis
familiares más cercanos y debo confesar que no sabía lo que me esperaba en el
futuro, me fui sin saber que encontraría, sin conocer el país de destino, me
fui dejándolo todo…
Comencé a
tener conciencia de lo que hacía cuando entre a la zona de embarque y desde la
puerta de vidrio podía ver a mis familiares con una mezcla de sentimientos
entre alegrías y tristezas, en ese momento entendí que no sabría cuando volvería
abrazarlos o besarlos, llore muchísimo mientras estaba en espera de mi vuelo, allí
inicio un proceso de maduración en mi vida.
Al llegar a mi
nuevo destino inmediatamente me sentí desprotegida, me di cuenta que mi zona de
confort había desaparecido, estaba rodeada de desconocidos con los cuales debía
aprender a convivir, tenía que iniciar una nueva vida desde cero, es como volver
hacer niño pero con las experiencias de un adulto, aprender hablar (un nuevo idioma), aprender a caminar
(moverte en un nuevo país), aprender a pensar (adaptarte a la nueva cultura), te
das cuenta que todo lo que fuiste se quedó en aquel aeropuerto, te das cuenta indudablemente que los valores y
enseñanzas del hogar es lo único que mantienes contigo, inicias ese proceso de adaptación.
El primer mes era
una turista, salir, conocer, aprender, el segundo mes ya tenía que saber si me
regresaba o continuaba en este viaje desconocido, con dos meses aun no aprendes
un idioma ni te desenvuelves, aun estas perdido en un nuevo continente y los sentimientos
de nostalgia, de abandono, de inseguridad sobre ti mismo, son frecuentes ya la ilusión
con la que armaste el viaje comienza a desvanecerse, comienzas a preguntarte
una y otra vez si está bien la decisión que tomaste, sino estarás arrojando tu
vida a la nada, comienzas a recordar
cada día mas lo que dejaste, tu trabajo, tu casa, tu carro, tu familia, tus
amigos, comienzas a preguntarte cuando tendrás aquí todo lo que ya habías conseguido allá
y serán pensamientos tras pensamientos como bombas que invadirán tu mente, la confusión
formara desde ahora parte de tu vida.
En mi caso decidí
regresarme, era muy difícil conseguir apartamento si aún no tienes empleo te
piden últimos estados de cuenta, ya estaba cansada de buscar y obtener por
respuesta un no, la última cita de apartamento fue un jueves a las 6 de la
tarde, fui porque aquí la palabra está cargada de responsabilidad, ya había confirmado
la cita días antes, asistí sin ningún ánimo, hable lo menos que pude (en las
citas anteriores explicaba, daba información sobre mi profesión, mis motivos
del viaje), me dedique a responder solo lo que me preguntaba, de todos los
requisitos que me pidió no tenía ninguno, mientras yo estaba allí llegaron dos
personas más interesados igual por el apartamento pero entre uno y otro la
propietaria no me despedía, me decía espera un momento mientras hablaba con los
demás y finalmente dijo no tienen los requisitos, pero me inspiran confianza, mañana
las 9 pueden venir a firmar el contrato.
Sorpresivamente
el destino conspiraba para que me quedara en este nuevo país.
La esperanza
nunca puede perderse, cuanto más oscuro veas el día más clara será la noche, si
así invertido, debemos confiar en que existe una fuerza más allá de nosotros,
existe un poder exterior a ti que puede equilibrar tu vida, confía y déjate llevar.
Me encanta
compartir mis emociones, porque así escribo retrocediendo a cada emoción que he
vivido y plasmándola en estas líneas, poco a poco iré contando más de mí
recorrido por la vida.
Éxito a todos
los lectores que quieren iniciar un nuevo destino.